Otro día más que pasa,
y me siento en mi silla,
ya muy vieja, casi hecha trizas.
Suavemente acomodo mi vista,
hacia la panorámica inmaculada,
de mi alma indócil, sin prisa.
Pero rápidamente, el desasosiego,
del delirio agudo que tengo dentro,
interrumpe mi éxtasis temporal.
Entonces inequivocamente,
la pesadilla, que llaman vida,
llega riendo y anuncia su próxima víctima.