Entonces llegan esos momentos de soledad,
donde el ruido de los pensamientos,
es el único sonido que te rodea.
Y ahí buscas un poco de seguridad,
esa seguridad lacerante e insensible,
imposible de encontrar e inútil de poseer.
Pero lo que encuentras es el silencio retumbante
de recuerdos innecesarios, quedados en el olvido,
fijados a permanecer en ese estado de letargo paulatino.