El suspiro del cielo me acaricia,
y llanamente una gota
de nostalgia paulatina
se desliza suavemente en mi pecho.
Mientras mis pensamientos incandescentes
pintan un mundo sin besos,
besos que sacuden
mi gran duelo.
Me quedo inconsciente,
indecisa si despertar, o seguir
en este sueño profundo por siempre,
pero decidir es el fuerte de la buena suerte.
Así la pradera de mis sueños
se inunda de melodias
que suenan sin frenesia,
hasta el día que tu alma encuentra la mía.